Más que tenis…
Si en un principio la firma nació vinculada al tenis, lo cierto es que deportistas de todas las modalidades han tenido mucho que ver con su despegue. La esposa de Lacoste era una gran aficionada al golf y ella se encargó de potenciar la firma en esta vertiente deportiva. José-María Olazábal, Colin Montgomerie, Robert Allenby o Patricia Meunier-Lebouc han sido en algún momento imagen de la marca.
La intención de la firma ha sido diversificarse ampliando su mercado de padres a hijos, traspasando generaciones, fronteras, clases sociales y culturales. Nada menos que quinientos diseños favorecen esta diversidad cada temporada definiendo un estilo muy característico.
En 1994, los encargados de innovar, conservando eso sí la esencia de la marca fueron Rubén Torres y Gilles Rosier. Este último, ha trabajado para Balmain, Christian Dior y Jean Paul Gaultier y define a Lacoste como "una marca contemporánea y elegante del deporte". La renovación que impuso a los diseños femeninos y masculinos no supuso ningún sacrificio a la moda en perjuicio de la comodidad.
Desde 1999, Christophe Lamaire, cuyos trabajos en Yves Saint-Laurent y Christian Lacroix avalan su trayectoria, realiza un continuo esfuerzo de renovación en todas sus vertientes de la marca, siguiendo la máxima de su jefe, Bernard Lacoste, quien comenta que "preferimos evolución a revolución".
El propio directivo delimita tres etapas en la historia de la firma: desde su origen hasta 1960, se trata de una marca de camisetas; de 1960 a 1990 se desarrolla una marca de ropa; y desde entonces hasta ahora sus diseños marcan un estilo de vida.
Lo cierto es que Lacoste ha dejado de vincularse sólo a prendas deportivas y su incursión en el mundo de la ropa informal ha atraído a nuevos compradores. La calidad de los materiales ha forzado la creación de una gama alta de prendas “1212”, además de la básica.
"La nueva colección contiene colores y una mayor flexibilidad en las formas", explica Lamaire, con quien la firma del cocodrilo ha recuperado sus característicos colores intensos y llamativos.
Nuevos productos
Han pasado 70 años y la firma ha desarrollado otras vertientes de mercado para ampliar sus compradores potenciales no sólo a aquellos que se dedican al deporte.
De hecho, el polo pasó a convertirse en una prenda informal muy común fuera de las pistas, y hoy día la firma del cocodrilo diseña y comercializa relojes, gafas, ropa de cama, así como diferentes fragancias para hombre, mujer y niños.
La ambición por dar a conocer sus diseños ha llevado a Lacoste a organizar su primer desfile en las pasarelas hace tres años. Y conmemorando su reciente aniversario, la semana de la moda de Nueva York acogió sus nuevos diseños. Actualmente, Lacoste vende en más de un centenar de países 25 millones de artículos al año.
Este inmenso desarrollo empresarial ha ido sucediéndose de padre a hijo. Bernard Lacoste ha sido quien ha llevado a cabo los últimos proyectos, y desde que falleció su padre el control de la empresa recayó sobre él.
Tecnología y negocio
Cuando en 1933, Lacoste y André Gillier, el propietario y presidente de la empresa francesa más importante en géneros de punto de la época, fundaron una sociedad para comercializar un polo de piqué y decidieron bordar un cocodrilo en verde en cada uno de ellos. A partir de entonces, el dibujo se convirtió en su emblema, y se lo hizo bordar en la ropa deportiva que lucía en las pistas e incluso fuera de ellas.
El calor que soportaban los jugadores en las pistas era muy grande y el género creado para este nuevo polo era ideal para mitigarlas. Desde ese momento, se creo una nueva marca y el logotipo que ha sido su imagen desde entonces.