Por ejemplo: posicionar web, email marketing, estrategias online...

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Viernes - 29.Marzo.2024

Entrevista a Redactalia

Arrancamos el mes y con ello les acercamos esta participación de Benet Marcos, filólogo de profesión y co-fundador junto a Beatriz Aguilar de Redactalia: traducimos su mundo, comunicamos sus ideas; empresa de comunicación y servicios lingüísticos por demás interesante.

1. Breve historial en Internet de Benet M. Marcos.

Abrí mi primera cuenta de Yahoo! en el año 1998, mientras vivía en Alemania, aunque ya había venido utilizando, desde hacía dos años, una cuenta de la universidad. Se puede decir que 1998 fue el momento en el que aparecí, como tanta otra gente, en Internet. Sin embargo, en un principio los negocios me llevaron hacia el mundo offline. Estuve viajando como asesor a muchos países (sobre todo europeos y americanos), empujado probablemente por una necesidad de conocer a las personas e identificarlas en sus distintas culturas. Por tanto, mi presencia en Internet se limitaba a los correos electrónicos y a comentarios en algunos foros. Pero poco a poco fui entendiendo que Internet es mucho más que una página de presentación de servicios estilo 1.0, y que la interacción multicultural que había vivido en el mundo real podría trasladarse de algún modo a lo virtual. A fin de cuentas, Internet es un lugar habitado por personas, las mismas personas que había ido conociendo en mis viajes.

Creamos la web de Redactalia (que en breve verá un nuevo formato) y penetramos en el apasionante mundo de las redes sociales, que cada día nos abren más puertas (y también suponen mayor dedicación). Aunque asesoramos en estilo y contenidos para blogs de empresa, no tenemos todavía blog propio por no cometer el error en el que caen muchos de no encontrar el tiempo para mantenerlo. La estructuración del tiempo es fundamental, en este sentido, y ésa será una de las novedades que incluya nuestra nueva web.

2. ¿Cómo surgió la idea que dio lugar a la iniciativa empresarial?

En contacto con el sector editorial desde el año 2000, mi socia, Beatriz Aguilar, y yo, decidimos que debíamos dar un vuelco a la percepción que teníamos del mundo editorial y poner en marcha una iniciativa independiente mucho más interesante y que ofreciese, tanto a editores como a escritores —como a otro tipo de empresas—, un acercamiento más directo a la realidad cambiante de la red. De ahí surgió Redactalia, una consultoría de comunicación centrada en el mensaje, en aquello que se quiere transmitir en Internet (aunque tampoco dejamos de lado el mundo offline, por supuesto). Analizamos la situación de las empresas en Internet y planteamos estrategias de comunicación que les permitan transmitir el mensaje adecuado para sus usuarios. Buscamos «nichos de usuarios». Asesoramos, sobre todo, en esa línea y corregimos desviaciones del mensaje original; trabajamos las desviaciones codo con codo con el cliente y proponemos soluciones de proximidad y transparencia hacia los usuarios. Fíjate que digo «transparencia», no engaño. Existe una gran diferencia entre querer que un usuario crea que una empresa es transparente y mostrarle a un usuario qué es aquello que hace la empresa para ser transparente. Internet ya no necesita empresas líderes en su sector. Lo que el usuario espera de las empresas es que cumplan su palabra, y que den una respuesta adecuada al entorno social en el que se mueven.

Algo en lo que solemos incidir mucho es en el punto de vista de la generación posterior a la nuestra. Existen perspectivas generacionales difíciles de salvar si no se cogen a tiempo. Porque no hay que olvidar que, aunque las generaciones posteriores todavía no son quienes tienen mayor poder adquisitivo, los pilares de la sociedad de mañana los van a establecer ellas. Y eso hay que verlo hoy. Si no tienes contento a un joven —aunque hoy no sea ni siquiera tu cliente potencial—, difícilmente podrás crecer a su lado. Los jóvenes de la generación Einstein ya no creen en las marcas, por tanto las marcas tienen que hacer un esfuerzo doble por acercarse a ellos y ofrecerles algo en lo que ellos puedan confiar, no simple publicidad sin contenido. Y es ahí donde entra la estrategia del mensaje, justo en ese punto de base: de qué estamos hablando, qué queremos proponer, cómo lo transmitimos. Es sorprendente la cantidad de empresas que nunca se han planteado qué imagen están mostrando en Internet. De las empresas se habla, y muchas veces mal. Estar atentos a esos «detalles» puede hacer aumentar o hundir estrepitosamente las ventas de una empresa.

El mundo de los escritores es otro de esos ámbitos apasionantes en los que tenemos el privilegio de trabajar, y más cuando a uno también le gusta escribir y lo hace de vez en cuando. Yo tengo muy claro que sin autores no hay contenido, y disfruto descubriendo jóvenes y no tan jóvenes talentos que, sean o no aceptados por un sector editorial que apuesta —lógicamente, como cualquier empresa—por ganar dinero en la mayoría de los casos, seguro que encuentran un camino más o menos adecuado para emprender con su pasión. De hecho, no hace mucho tuvimos el placer de desayunar en Toledo con Antonio Arteaga, escritor y fundador de LibroVirtual.org. Antonio es una de esas personas a las que no sabes que estabas buscando hasta que las encuentras. Es un emprendedor nato en Internet, una persona activísima y, me atrevería a decir, un visionario en la creación de plataformas con vocación de ayudar a la gente. Fundó Stratos en 1996, la mayor comunidad de desarrolladores hispanos, para ofrecer oportunidades de empleo y servir de estímulo a muchos emprendedores de ese campo. Ahora, después de unos cuantos años, cuando la primera iniciativa ya marcha sola, se plantea crear LibroVirtual.org, un espacio para escritores no reconocidos y para aquellos que, aun teniendo un cierto prestigio, quieren compartir sus  escritos con otros lectores de forma gratuita. Lo admirable de LibroVirtual.org es que no hace distinción entre escritores. Da igual que seas reconocido como que no lo seas; nunca te aparecerá una estrellita de esas que dice: «Tal autor es el más leído, el más valorado por los lectores». Y no lo hace porque eso limita la visibilidad del resto, sencillamente. Pero eso sólo lo entiende alguien que tiene como objetivo ayudar a que su «cliente» consiga el suyo propio (y en este caso no se puede hablar de clientes porque los ingresos de LibroVirtual.org son para los escritores y para el mantenimiento de la plataforma). 

Bien, cuento todo esto porque, abrumados por ese savoir-faire de Antonio, y charlando con él, surgió la idea de que Redactalia colaborase con esa iniciativa, puesto que somos especialistas en la revisión de originales de autores. Evidentemente, nosotros sí hacemos negocio, necesariamente, con nuestros servicios, pero partimos de un planteamiento que no se aleja de la filosofía de LibroVirtual.org: ofrecemos una página de revisión gratuita de cualquiera de las obras publicadas en LV, junto con un informe de revisión que, aunque no es concluyente por su brevedad, siempre puede ayudar al escritor a entender si está presentando correctamente sus obras ante el público o no. De ahí a que contrate los servicios con nosotros o no lo haga, la decisión es del autor. Y, además, si lo hace, le ofrecemos un descuento, en virtud del acuerdo.

 

3. ¿Cómo ha sido el arranque, cuál ha sido hasta el momento la mayor dificultad? ¿Qué recomendarías a los emprendedores que están pensando lanzar un proyecto en Internet?

Iniciamos, ya digo, en el sector editorial. Hasta que decidimos independizarnos. Pocos inicios son fáciles, pero mi consejo para cualquier emprendedor es que, antes de empezar, tenga la idea muy clara, y cuando sepa que la tiene clara, que se lance. No hay que dedicar poco tiempo a lo primero pero tampoco hay que esperar mucho para lo segundo. Sólo cuando ves cómo marcha tu proyecto puedes poner soluciones a lo que no se recibe como esperabas.

Nuestra principal dificultad fue el acceso a muchas de las empresas. Vivimos en Castellón, y su economía está dominada por el sector azulejero, que es un sector poco tecnológico (hablando en el contexto de Internet). Pero no había otra solución, así que le pusimos imaginación al asunto y, como teníamos claro que queríamos llegar al mensaje pero que el mensaje es algo intangible para muchos (nosotros ya hemos aprendido a considerarlo un elemento absolutamente palpable e imprescindible), empezamos ofreciéndoles servicios de traducción. Todo el mundo entiende lo que es una traducción y lo que se puede esperar de ella. Sólo por simplificarlo: traducir es comunicar algo en otro idioma. Sin embargo, para nosotros el verdadero problema se centraba en ese «algo»; así que, a medida que íbamos ganando acceso a las empresas, les hacíamos comprender que debían prestar más atención al mensaje. Muchos lo quieren para el mundo offline, otros para la comunicación online en redes y blogs. A mí me resulta más apasionante todo lo relacionado con el mensaje en Internet, pero también realizamos acciones de comunicación corporativa muy interesantes, como por ejemplo revistas de empresa, asesoramiento en la comunicación entre directivos y empleados, técnicas para la gestión de la reputación interna, etc. Todo ello aplicable, evidentemente, al mundo online.

Otro factor de dificultad es el perfil poco tecnológico (en la cultura de Internet, claro está) con el que te sueles encontrar en las empresas. Es decir,  todo el mundo cree necesario tener un blog, pero no saben adecuarlo o adaptarlo a su filosofía de empresa. El cambio de escenario de lo offline a lo online no parece tan evidente.

4. ¿Cuántas personas participan en el proyecto? ¿Quiénes y qué perfil tiene el equipo directivo?

Los fundadores y, hasta ahora, únicos empleados de Redactalia somos Beatriz Aguilar y yo. Todo lo demás lo articulamos mediante freelancers y empresas de confianza que sabemos que nos pueden ofrecer un producto de calidad. Eso nos proporciona mucha más flexibilidad y, aunque encarezca un poco los servicios, nos asegura un producto mejor acabado. En muchas ocasiones, Beatriz y yo somos «meros» coordinadores de proyectos. Y entrecomillo el término meros porque nosotros creamos el planteamiento de comunicación, la estrategia, y hacemos que todas las piezas encajen. Así nunca nos identifican con un mismo estilo, ya que podemos trabajar con los perfiles que consideramos más adecuados para cada caso: traductores, diseñadores, correctores, informáticos, etc. 

Beatriz y yo somos filólogos. Cuando nos licenciamos (ambos en el mismo año), la tónica general era creer que un filólogo debía trabajar como profesor o como corrector editorial. Pero lo de corrector ya era una profesión más «rara», pues en la carrera no había ninguna asignatura dedicada a la corrección —lo cual no deja de sorprenderme—. De hecho, muchos de nuestros compañeros de facultad, o bien son profesores, o bien están terminando el doctorado. Nosotros fuimos más pragmáticos. Entramos en el sector editorial y, cuando ya no nos podía ofrecer más, dimos la vuelta a la tortilla y nos propusimos ofrecerles servicios nosotros a ellos. Los caminos hay que andarlos hacia donde uno intuye que debe andarlos, no hacia donde otros presuponen que se andan. Yo, ahora, por ejemplo, he vuelto a la universidad con ganas y estoy estudiando un máster en Lingüística Forense, pero lo hago desde una perspectiva empresarial, a mi parecer una perspectiva más abierta y aplicada a la realidad, no ya a lo puramente teórico (que es muy bonito, pero a veces se queda en eso, en bonito).
De todos modos, solemos trabajar con perfiles de gente a la que le gusta su trabajo, es responsable y entiende que parte de su labor es el beneficio del trabajo en común. Así lo entendemos también nosotros.

5. ¿Qué valor añadido aportáis a vuestros usuarios? ¿Qué os diferencia de servicios web similares?

Creo que una de las principales diferencias con otras empresas como la nuestra —y que representa también un valor añadido para nuestros usuarios— es que nosotros partimos del mensaje para llegar al usuario. Me explico. Cuando planteamos una web, por ejemplo, lo primero que analizamos son los distintos usuarios potenciales de la misma (esto seguramente lo hacen todos). Una vez tenemos claro ese punto, estudiamos cuál es el mensaje que esos usuarios esperan recibir de nuestro cliente, no lo que nuestro cliente quiere ofrecer a sus usuarios. Intentamos enfocarlo de modo que los mensajes de nuestro cliente no sean de puro marketing, es decir, que no intenten hacer caer al cliente en las redes de una venta inmediata, porque los usuarios están mucho más acostumbrados a ese tipo de estrategias e incluso muchas veces les molestan. Los usuarios ya hablan de otra manera, no hay que convencerlos de nada. A partir de ese mensaje montamos el plan de usabilidad y la estrategia de comunicación, en la que otorgamos un papel muy relevante al naming, es decir —y muy simplificado—, a «poner nombre a las cosas». Las marcas se recuerdan, sobre todo, por sus nombres, más que por las imágenes de sus logotipos. Vivimos en un mundo saturado de imagen y, aunque creo que la imagen es imprescindible en comunicación, poco sentido tiene si el mensaje que se transmite es sólo eso, una imagen muy bien hecha. Nosotros diseñamos el mensaje de una manera creativa y atractiva. Y después todo lo demás.

Por otro lado, abarcamos servicios de traducción y de asesoramiento a escritores, algo que es atípico en este tipo de empresas y que, por otro lado, centra todavía más nuestra implicación en el mensaje.

En relación con todo esto, yo creo que una de las principales claves de Internet es entender su lenguaje, sus conversaciones a cualquier nivel, como bien propuso el Manifiesto Cluetrain hace casi diez años. Nosotros, que contamos con un perfil de lingüistas, y como conocedores de las pautas que rigen los actos de comunicación, estamos precisamente capacitados para abordar este campo. Hace un par de meses asistimos a un congreso de literatura digital (InterLiteral), en el que uno de los ponentes, Juan Gutiérrez, exponía que la gente cuya formación se relacionaba con la comunicación y el lenguaje estaba más capacitada para ser un alto directivo de una empresa por su sentido de empatía, capacidad organizadora y dominio de situaciones tensas. Lo curioso del caso es que él es matemático y un experto en inteligencia artificial.

6. ¿Qué opinas de la llamada Web 2.0? ¿Cómo ves la Internet del futuro? 

Acercamiento. Ésa es la palabra clave de la 2.0. Trabajar por acercarnos unos a otros, por entender que todos tenemos una opinión y que esa opinión adquiere un valor que va más allá de los intereses económicos y de la propia democracia. No olvidemos que la democracia no deja de ser una forma de gobierno, y en realidad las personas que viven en una democracia política (inmersas en dictaduras económicas salvajes, por cierto) muchas veces son consideradas como simples entes politizados cuya opinión no tiene ningún peso más que el de un voto mediatizado. Internet es diferente. Internet sí es espacio para la libre expresión, y así debe seguir. Poner puertas al campo, como procuran algunos países y algunas instituciones, no tiene sentido en el único lugar en el que todo el mundo puede decir lo que realmente piensa.  (Aunque también es cierto que lo que piensas, en la web 2.0, debes decirlo con absoluto respeto. Si no, quedas fuera de juego.) En definitiva, y volviendo a lo que comentaba más arriba, cada vez se afianza más el Manifiesto Cluetrain, que dice que los mercados son conversaciones, e Internet las hace posibles.

En relación con el futuro —más bien presente— del modo como se construye Internet, y volviendo al citado manifiesto, creo que quien quiera ofrecer algo debe conversar necesariamente con el usuario que espera recibirlo. Para mí, Internet es una de las buenas salidas que ofrece en este momento la problemática económica en la que nos encontramos, por eso es importante que las empresas se planteen ofrecer al usuario servicios de valor añadido que superen la visión que muchos tienen de que Internet es gratuito. «Internet no es gratis», aseguró Luis Collado, director de Google Books España, en una de sus ponencias. En mi opinión, la gratuidad en cuestiones como la música, el cine e incluso los libros es más una rebelión por parte del usuario hacia sectores monopolizados que una barrera insalvable. Lo que tiene que cambiar es el modo como las empresas se relacionan con el usuario, y no poner trabas al que navega por un espacio que ya está pagando con conexiones abusivas para crearle todavía más frustración. Al usuario no le importa pagar algo que realmente le merezca la pena. Por eso, desde mi punto de vista, la Internet del futuro, que ya estamos construyendo, debe forjarse en la adaptación de modelos de negocio anticuados a modelos de negocio acordes con nuestros tiempos. Cuanto antes sembremos, antes recogeremos sus beneficios.

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04/11/2009ir arriba

Comentarios

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Gracias
Muchas gracias, Javier, también para mí es un placer que compartamos comentarios en Facebook y que vayamos aprendiendo y actualizándonos todos juntos...

Un abrazo
Interesante
Interesante, Benet, muy interesante, aunque a mí, que no he crecido rodeado de ordenadores y he tenido que correr mucho para ponerme al día, me da la sensación de que todo esto avanza a una velocidad de vértigo, y que siempre va muchos pasos por delante de mí. Leerte me ayuda a "actualizarme".

Un saludo.
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